7/8/10

¿Qué soluciones nos ofrece la doctrina de la Iglesia en situaciones tan frecuentes de nuestras familias?

Continuamos, queridos papás, leyendo la Encíclica pastoral del papa Juan Pablo Segundo sobre la Familia. Hoy abordamos este tema tan cercano y tan comprometedor para cuantos ven en su familia el proyecto de Dios en camino, en realización…
¿Qué habrá que hacer para avanzar en esta vocación de familia cristiana?

84. “La experiencia diaria enseña, por desgracia, que quien ha recurrido al divorcio tiene normalmente la intención de pasar a una nueva unión, obviamente sin el rito religioso católico.
Tratándose de una plaga que, como otras, invade cada vez más ampliamente incluso los ambientes católicos, el problema debe afrontarse con atención improrrogable.
Los Padres Sinodales lo han estudiado expresamente. La Iglesia, en efecto, instituida para conducir a la salvación a todos los hombres, sobre todo a los bautizados, no puede abandonar a sí mismos a quienes —unidos ya con el vínculo matrimonial sacramental— han intentado pasar a nuevas nupcias.
Por lo tanto procurará infatigablemente poner a su disposición los medios de salvación.Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. En efecto, hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido. Finalmente están los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido.
En unión con el Sínodo exhorto vivamente a los pastores y a toda la comunidad de los fieles para que ayuden a los divorciados, procurando con solícita caridad que no se consideren separados de la Iglesia, pudiendo y aun debiendo, en cuanto bautizados, participar en su vida.
Se les exhorte a escuchar la Palabra de Dios, a frecuentar el sacrificio de la Misa, a perseverar en la oración, a incrementar las obras de caridad y las iniciativas de la comunidad en favor de la justicia, a educar a los hijos en la fe cristiana, a cultivar el espíritu y las obras de penitencia para implorar de este modo, día a día, la gracia de Dios. La Iglesia rece por ellos, los anime, se presente como madre misericordiosa y así los sostenga en la fe y en la esperanza.”

Comentario de nuestros Obispos
en el Directorio de Pastoral Familiar (1997)
Líneas de acción pastoral
210 Los pastores y la comunidad eclesial tienen la responsabilidad de
ser comunicadores de la verdad esencial del matrimonio como sacramento, sobre todo en lo referente a la indisolubilidad y a las consecuencias que conlleva una segunda unión no sacramental.
Sin embargo, ayudarán a las personas que se encuentran en esta situación a comprender que no están totalmente separadas de la Iglesia.
211 Es necesario a esos efectos encontrar para ellos canales de participación en la vida de la Iglesia:
a) incorporándolos a la oración comunitaria y sosteniéndoles en la perseverancia en la oración personal y familiar;
b) exhortándolos a participar de la Santa Misa y a que sigan acrecentando la fe y la esperanza (FC n. 84);
c) alentándolos a escuchar y meditar la Palabra de Dios y hacer actos de penitencia;
d) acogiéndolos paternalmente con ocasión del bautismo de los hijos;
e) invitándolos a participar en el ejercicio de la caridad de la Iglesia;
f) alentándolos a educar cristianamente a sus hijos evitando siempre toda discriminación en ese sentido, sobre todo de parte de la Iglesia, en sus colegios.

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