30/7/10

DÍA DEL NIÑO: LOS DERECHOS QUE SE LE RECONOCEN

¡Día del Niño!
¡Por fin un día, quizás una semana,
para ellos y para los negocios!

Si lo registramos con cierta objetividad, pareciera que los medios y la sociedad que compartimos todos, nos va absorbiendo de tal forma y a todas las horas del día y de la noche, que nos hace olvidar de los legítimos reclamos de los chicos y se les llega a robar (casi sin preocuparse mucho) parte de sus años tiernos, comprometiéndolos con la agresividad, la intolerancia y la inmoralidad de un Mundo de mayores, no siempre el mejor; un Mundo que va envejeciendo en la maldad en vez de afianzarse en una sabia madurez y serena ancianidad. Desde nuestra convicción cristiana, y mientras aplaudimos la Convención Internacional de los derechos del niño, no podemos dejar de lado uno de sus Derechos que nos recordó el propio Jesús: “Dejen que los chicos se acerquen a mi y no se lo impidan” (Marcos 10, 13 – 15).
1.- ¿Qué entendemos por “dejen que se acerquen”?
Sucedió en una Parroquia. Llegó una madre con tres hijos. La mayor, de diez años, le había pedido el día anterior hacer la primera Comunión al descubrir en el aula de una Escuela pública a varios chicos que iban a catequesis. Después del diálogo inicial, el sacerdote los invitó a rezar un Avemaría a la Madre de Jesús. Ninguno de los tres hijos lo sabía. Al terminar la oración, la mayor impresionada y admirada por oír a su madre rezarlo, le preguntó: “¿Tú lo sabías, mamá?”
2.- ¿Qué entendemos por “no se lo impidan?”
¿Les impedimos caminar o les enseñamos cómo hacerlo?
¿Les impedimos comer, hablar,…o les enseñamos el modo cómo hacerlo, corrigiéndolos cuando resulte oportuno?
¿Les respondemos a sus preguntas, a veces tan inoportunas para nosotros y nuestras prisas de cada día, sin prestarles la atención debida?
¿Les impedimos acaso que sean reconocidos por el País en que nacieron y obtengan su documentación?
¿Descuidamos las vacunas que les corresponden?
Decía un maestro sabio del siglo V: “¿Por qué te preguntas tanto de dónde has sido hecho, y no te preocupas de para qué has sido hecho?”, (san Pedro Crisólogo).
¿Sabías que el niño percibe naturalmente lo espiritual con una claridad que se va perdiendo con los años? ¿Por qué correr ese riesgo de impedirle el acceso al Evangelio?
¿Por qué imponer tantas normas importantes y necesarias antes de hablarles de un Dios que los ama y los quiere adoptar como hijos en el Bautismo?

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