28/5/10

La Santísima Trinidad y la familia

Cuando celebramos la Pascua vemos que Cristo está vivo; está entre nosotros, pero a veces se oculta. En Pentecostés Dios nos dice: “Yo te quiero tanto que no me conformo con vivir contigo. Ahora soy Dios en ti. Voy a estar dentro de ti y te voy a dar inspiraciones concretas”.
La fiesta de la Santísima Trinidad es la más difícil de asimilar en la vida personal. Esta verdad nos la reveló Jesucristo. Nos dijo cómo es Dios; y si nos lo dijo es por algo. Nos revela el misterio más grande de nuestra fe. Es verdad que nunca lo comprenderemos del todo, pero algo podemos entender, y tiene que tener una repercusión en nuestra vida.
A los israelitas ya los musulmanes les queda lejos este misterio. En una ocasión unos ecumenistas teólogos alemanes, le dijeron al Papa Juan Pablo II: Pensamos que es mejor dejar a la Trinidad de lado en el diálogo con personas de otras religiones y quedarnos con Dios Uno. El Papa no quiso pues sería empobrecer a la teología (dato del P. Pablo Arce).
Dios nos dice que Él es amor. No existe un amor vacío. Podemos preguntar: ¿a quién ama Dios? Dios ama a los hombres y al universo entero, pero ha amado siempre, ¿a quién? Desde antes de la creación del universo Dios ama al Hijo y de ese amor procede el Espíritu Santo. Eso nos lleva a unas consideraciones prácticas. La primera es que la Trinidad es el modelo de toda comunidad humana, desde la familia hasta la sociedad. El amor crea la unidad en la diversidad. La familia es el modelo más elemental de la Trinidad. Lo que sucede en la Trinidad es lo que debe suceder en cada familia. Las Personas divinas no hablan de sí mismas sino de la Otra Persona. Jesús habla del Padre. El Padre habla del Hijo (Este es mi hijo muy amado...). Y el Espíritu Santo nos enseña a decir Abbá, Padre. Esa es la clave del ser humano. Lo dijo Juan Pablo II: Dios creó al hombre un ser para el otro. El ser humano debería estar pendiente de la otreidad. Ratzinger dice: El hombre sólo puede ser feliz en el otro. Y eso es lo que me enseña la Sma. Trinidad , y eso es lo que pasa en la vida intratrinitaria, y eso es lo que dios quiere que pase en la familia: esas personas se quieren tanto que es lógico que desean que su amor se perpetúe en los hijos.
En esas relaciones intratrinitarias hay paz, gozo, entusiasmo. En una familia las personas poseen temperamentos distintos, sin embargo, se aceptan, se aman. La alegría es el primer efecto de la entrega. Si alguien está triste tiene que revisar qué le pasa, pues Dios paga con dos monedas la entrega; la alegría y la paz, productos quer no se encuentran en el mercado, sólo Dios los da. Yo tengo que buscar que mi familia sea un remanso de paz y de alegría (gaudium cum pace). Una persona malhumorada no vive como Dios quiere; si en una familia hay egoísmo, se pierde la armonía. Autora: Rebeca Reynaud

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